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Apple ya puede ser la empresa más valiosa del mundo en capitalización de bolsa y acumular más beneficios que todos los otros fabricantes de móviles juntos, pero nota como cualquier otro el aliento de los competidores en la nuca, y seguramente le ha dolido perder en manos de Huawei la posición de segunda marca más vendida de smartphones el pasado trimestre. Por ello la nueva gama de iPhones que presentó el miércoles en su sede de Cupertino (California) está pensada para recuperar el favor de los compradores de marcas chinas.
Por un lado, aún siendo un año de los llamados S, en los que Apple mantiene el diseño de los modelos del año anterior mejorando solamente las prestaciones interiores, la versión actualizada del modelo emblemático iPhone X de 5,8 pulgadas, que se llama iPhone XS (a partir de 1.159€), no solo gana un hermano mayor de 6,5 pulgadas, llamado iPhone XS Max (que ocupa el lugar de los anteriores Plus), si no que también aparece un nuevo iPhone XR que, aún siendo menos potente y menos caro (a partir de 859), tiene una pantalla de 6,1 pulgadas, más grande que la del XS, reproduciendo el esquema de muchas marcas asiáticas, que hacen prevalecer el tamaño de la pantalla por encima del rendimiento. El XR lleva una sola cámara, la pantalla es de menos calidad y la carcasa es de aluminio, no de acero. Por cierto, uno de los seis colores en que Apple lo venderá es un amarillo que seguramente aquí hará mucha ilusión a unos cuantos y mucha rabia a otros.
SIM Dual
Por otra parte, los tres nuevos modelos son los primeros iPhones que admitirán dos tarjetas SIM, para llevar el número particular y el profesional en el mismo dispositivo, o bien poner un número local cuando vamos de viaje. Una de las SIM es convencional, mientras que la otra es una SIM virtual que se asigna por software como ya se puede hacer en el iPad Pro. De momento, aquí Apple solo ha comunicado un acuerdo de compatibilidad con Vodafone.
Los tres nuevos teléfonos también comparten la desaparición del botón físico de inicio que ha caracterizado la interacción de los usuarios con el iPhone desde hace una década. Desde ahora solo se pueden desbloquear con la cara, con el reconocimiento facial FaceID nacido en el iPhone X y que también sirve para identificarse en sitios web y servicios de pago. El botón con lector dactilar queda ahora solo como una reliquia en los iPhone 7 y 8, que continuaran a la venta como modelos más asequibles.
La mejora principal de rendimiento de los nuevos iPhones viene de la mano del nuevo procesador A12 Bionic, el primer chip de siete nanómetros (los actuales son de 10) que lanzan al mercado, y se avanza así unas semanas al Kirin 980 que Huawei anunció hace dos semanas. El A12 Bionic contiene 6.900 millones de transistores, una parte de los cuales en forma de procesador neuronal que hace tareas de inteligencia artificial. El resultado se nota desde la aplicación de cámara, aun ahora se comporta todavía mejor en condiciones de contraluz, hasta a las selfies, que pueden incluir elementos virtuales de realidad aumentada. Desde ahora también se puede ajustar el grado de desenfoque del fondo de las fotografías después de hacerlas, cosa que ya ofrecían los Samsung Galaxy S9. Apple también sigue los pasos de su rival coreano incorporando una capacidad máxima de almacenaje de 512 gigabytes, igual que la del Galaxy Note 9, pero no ampliable en el caso de los nuevos iPhones. Sin embargo, el precio del XS Max de 512 GB sube hasta los 1.659 €.
Apple también presentó éste miércoles nuevos relojes Watch 4 más orientados que nunca a la salud, con capacidad para hacer electrocardiogramas sobre la marcha. En cambio, ni rastro de los esperados nuevos modelos de iPad Pro y MacBook Air, ni de la base para cargar los iPhones sin cables que se prometió hace un año.