Los aviones, pendientes de la 5G

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Esta semana, varias compañías aéreas de todo el mundo han suspendido vuelos a EE.UU. para evitar que la telefonía 5G interfiera con uno de los instrumentos de navegación de sus aviones. Según las autoridades de aviación estadounidenses, las antenas de nueva generación instaladas cerca de los aeropuertos del país pueden interferir con algunos modelos de los radioaltímetros con los que los pilotos se ayudan para aterrizar en condiciones de poca visibilidad. Significativamente, en ningún otro sitio del mundo se sufre por este supuesto problema.
La mítica incompatibilidad entre la telefonía móvil y los viajes en avión, que nos ha acostumbrado a apagar el teléfono tan pronto embarcamos sin saber por qué, ha registrado esta semana un nuevo capítulo, que no tiene que ver con los dispositivos que llevamos en el bolsillo sino con las antenas terrestres que nos dan cobertura. AT&T y Verizon, dos de las tres grandes operadoras móviles de EEUU, activaron el pasado miércoles una nueva modalidad de sus respectivos servicios de 5G y, como consecuencia, varias aerolíneas nacionales e internacionales como Emirates, Air India y Japan Airlines han suspendido por prudencia algunos vuelos hacia aeropuertos de EE.UU., ya que no quieren exponerse a que las emisiones de las antenas de móvil 5G interfieran con uno de los instrumentos de vuelo de sus aviones. En particular, los del modelo Boeing 777, aunque hay otros supuestamente afectados.
Consecuencias «catastróficas» que no han tenido lugar
El instrumento en cuestión es el radioaltímetro que se utiliza para las aproximaciones a pista cuando hay poca visibilidad, y que trabaja en una banda de frecuencias vecina de la que las dos operadoras citadas han elegido para ofrecer servicio de 5G con mayor cobertura de la que permiten las altas frecuencias de las que han dispuesto hasta ahora. Esta banda de frecuencias entre los 3.500 y los 4.000 MHz –que es nueva en EE.UU. pero coincide aproximadamente con la que utilizamos hasta ahora en Europa– se encuentra justo por debajo de los 4.000 a 4.200 MHz en los que trabajan los radioaltímetros de aviación. Aunque las concesiones administrativas de espectro radioeléctrico establecen una franja de protección suficientemente amplia entre los dos bloques, la asociación de compañías aéreas de pasajeros y de carga aseguraba hace pocos días que si las nuevas antenas de 5G se ponían en marcha, consecuencias podían ser «catastróficas», y reclamaban al gobierno Biden que no haya ninguna de estas antenas activa en varios kilómetros a la redonda de los aeropuertos.
Por su parte, las dos telefónicas implicadas consideran que la separación de frecuencias entre ambos servicios es suficiente, y recuerdan que llevan meses retrasando la puesta en marcha de las nuevas antenas. La fecha prevista inicialmente era el 5 de diciembre de 2021. Aceptaron aplazarla un mes, hasta el 5 de enero, y dos días antes ampliaron el aplazamiento dos semanas más, hasta el miércoles 19, que es cuando finalmente activaron las antenas. Desde entonces no se ha producido la «catástrofe» pronosticada, aunque también se podría argumentar que esto ha sido gracias a que las compañías aéreas han asignado a las rutas hacia casi 50 aeropuertos de EEUU unos modelos de avión que no estén afectados por el supuesto problema.
En todo caso, en estos momentos, la Agencia Federal de Aviación (FAA) ha declarado como seguros casi el 80% de los aviones que sirven las rutas hacia EEUU. El resto de aeronaves puede que tengan que modificarse, y las compañías aéreas reclaman que las telefónicas se hagan cargo del coste de estas modificaciones. Sin embargo, las compañías dicen que ya han asumido suficiente perjuicio con los aplazamientos y amenazan con reclamar a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, en sus siglas en inglés) indemnizaciones millonarias por cada día que no se les permite utilizar unas frecuencias que van pagar a precios astronómicos (unos 80.000 millones de dólares entre ambas) en la subasta de espectro radioeléctrico.
En realidad, ni la FAA ni los fabricantes de aviones registraron ningún caso de interferencia en más de dos años de conflicto. Además, los mismos modelos de avión están aterrizando con toda normalidad en aeropuertos de Europa, China, Corea del Sur y Japón, donde hay cobertura 5G con frecuencias casi idénticas. De hecho, la franja de separación entre las emisiones de las antenas 5G y la banda de funcionamiento de los radioaltímetros en algunas regiones de Japón es aún más estrecha que en EE.UU. También llama la atención que la aviación militar de EEUU no haya expresado reticencias a la hora de aterrizar en zonas con cobertura de 5G, si bien es posible que su generoso presupuesto les haya permitido adaptar discretamente los aviones… si es que lo tenían.
El conflicto entre aerolíneas y telefónicas puede desencallarse de diversas formas. De entrada, las telecos ya han aceptado rebajar hasta el verano la potencia de emisión de las antenas cercanas a los aeropuertos. También se pone el ejemplo de Francia, donde las antenas potencialmente conflictivas se inclinan físicamente para que apunten ninguna de forma que los aviones disponen de mayor margen antes de detectar la señal.
En el trasfondo de todo ello se encuentra, por un lado, la urgencia que AT&T y Verizon tienen para activar los nuevos servicios 5G, ya que su rival T-Mobile les lleva meses de ventaja gracias a que ofrece 5G en las frecuencias , bastante más bajas, que obtuvo con la compra de la operadora Sprint. Además, no aceptan en modo alguno la opción de renunciar a dar servicio 5G a los aeropuertos porque por estas instalaciones no sólo pasan abonados que podrían cambiar de compañía si no ven encenderse el indicador de 5G en su iPhone, sino que existe un mercado potencial de aplicaciones industriales y de gestión (robótica, logística) especialmente lucrativo.
Y finalmente tenemos el conflicto entre dos organismos federales: la FCC, responsable de conceder las frecuencias a las telefónicas, y la FAA, a quien las telecos acusan de haber pasado dos años ignorando el posible problema que ha estallado ahora.
Mientras, ahora que los delirios de los negacionistas que vinculaban la propagación del cóvido con las radiaciones de la telefonía 5G habían perdido fuerza, y que los viajes internacionales empezaban a recuperarse, además de un pasajero se le habrá puesto el miedo en el cuerpo , parece que sin fundamento alguno. A partir de ahora, cuando hablemos del modo avión de la telefonía móvil deberemos aclarar a qué nos referimos.