Si no te espían no eres nadie

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Mientras continúa la gesticulación política en torno al espionaje de móviles con Pegasus, ya tenemos aquí las infecciones falsas. Hay tres clases de Pegasus Fake. La primera es relativamente inofensiva. En los grupos de WhatsApp circulan instrucciones para desactivar el desvío de llamadas de voz que una supuesta infección con Pegasus habría activado. Estas instrucciones varían según la operadora y acostumbran a ser ciertas, pero no sirven de mucho, pues Pegasus no desvía las llamadas a ninguna parte: precisamente los espías necesitan que la víctima reciba llamadas y las responda, para poder escuchar las conversaciones. En definitiva, si le apetece anular los desvíos de llamadas de su teléfono puede usted hacerlo, pero ello no le protegerá de ningún espionaje.
La segunda modalidad de Pegasus falsos son las aplicaciones móviles que aseguran detectar y limpiar las infecciones con el programa espía de NSO, entre otros. En la tienda Play Store los hay por decenas, pero no se sabe de ninguno que sea capaz de detectar la presencia de Pegasus en el terminal. En los casos más graves, la misma aplicación infecta el teléfono de la víctima con otro código malicioso que sí captura datos personales o puede incluso llegar a secuestrar el contenido, para exigir a continuación el pago de un rescate para recuperarlo.
El tercer Pegasus Fake es el más grave de los tres: consiste en simular una infección con Pegasus en un teléfono que en realitat nunca estuvi infectado. Utiliza la misma herramienta MVT de Amnesty International que los investigadores usan para detectar infecciones auténticas, pero modificada en este caso para introducir en la memoria del teléfono un rastro falso de Pegasus que engañará a los especialistas, haciéndoles creer que el aparato estuvo infectado.
La gravedad del caso no reside en las personas que desean darse importancia, pues hay quien cree que figurar en una lista de víctimas otorga prestigio. Mucho más grave es que la posibilidad de simular infecciones quita credibilidad a las infecciones reales, hasta el punto de que cuando una víctima acuda a los tribunales para denunciar que ha sido espiada, los acusados de hacerlo ya podrán tratar de desacreditarla, alegando que se lo ha inventado todo.